LEY ELECTORAL DE 1912
LEY SAENZ PEÑA
La llegada de Sáenz Peña a la presidencia, representó el triunfó de
los sectores reformistas, conscientes de la necesidad de ampliar los limites de
sistema electoral. De esta manera comienza el proceso de reformas que
desembocara en 1912 con la
llamada posteriormente “Ley Sáenz Peña”, que entre otros aspectos
garantiza el voto secreto, obligatorio y universal masculino. Por otra parte
comienzan a confeccionarse los padrones con mayor limpieza.
Los sectores oficialistas confiaban que de esta manera incorporaban al
sistema como minorías a la UCR y al Partido Socialista, desactivándolos como
fuerzas desestabilizadoras. Este pensamiento se basaba en la ciega confianza en
que un partido conservador organizado en todo el país sería invencible en el
terreno electoral. Ni siquiera la victoria electoral de la UCR en Santa Fe (la
primera bajo la nueva ley) y en la Capital Federal los hizo caer en la cuenta
de las profundas e irreversibles consecuencias que traía aparejada la
aplicación de la Ley Sáenz Peña.
Primeras experiencias y consecuencias bajo la nueva
ley
Esos primeros años de aplicación de la nueva Ley electoral, constituyeron
un balance con resultado positivo para la UCR, ya que si bien los conservadores
continuaban apelando a todo tipo de artilugios para imponerse en las
elecciones, de a poco, la ley electoral se tornaría en una barrera para los
intentos fraudulentos, único modo en que los conservadores seguían ganando
elecciones.
Entre 1912 y 1916 la UCR
se fue fortaleciendo interna y externamente. La habilidad de Yrigoyen fue
decisiva a la hora de sortear los obstáculos que el régimen le iba colocando,
rechazo de ofrecimientos de cargos en el gabinete, abstención en las elecciones
viciadas etc. Sin embargo dos hechos ensombrecían los avances logrados:
primero, la incorporación de grupos conservadores que intuyendo la debacle del
régimen, intentaban acomodarse favorablemente en el nuevo gobierno y segundo,
el carácter cada vez más despiadado que iban tomando las disputas internas,
como el caso de Santa Fe, donde se forma una sólida corriente disidente. Pero
estas cuestiones cobrarían mayor relevancia años después, cuando el radicalismo
llegó al gobierno.
A principios del mes de Marzo de 1916 se
reúne el Comité Nacional, entre otros asuntos para elegir la dupla que
competirá en las elecciones de abril. Existen varias especulaciones, según
estas, el candidato natural, Yrigoyen, rechazaría el ofrecimiento, por lo cual
ya suenan otros nombres.
“Al otro día el viejo Teatro Onrubia se encontraba desde las 8 de la
mañana repleto de público. Los delegados estaban distribuidos frente al
proscenio en dos amplios sectores separados por un pasillo. Presidía el
escenario un gran busto de Alem envuelto en una bandera argentina. Había
nerviosidad y expectativa. (...) A las 10.30 se reanuda la sesión. Uno por uno
van siendo llamados los convencionales, que depositan su voto en una urna
colocada en el escenario. Un silencio palpitante envuelve la larga ceremonia.
El primer voto que se escruta da el nombre de Yrigoyen. Entonces la "la
Convención y la concurrencia se ponen de pie y aclaman el nombre de Yrigoyen
durante largo tiempo. Dentro y fuera del teatro se canta el Himno
Nacional." (...) Ciento cuarenta votos obtiene Yrigoyen, dos el Dr. Melo y
uno cada uno Crotto, Alvear y Gallo.”
En otra elección similar, pero más disputada, es elegido para acompañar a
Yrigoyen el Dr. Pelagio Luna, de la provincia de La Rioja.
En tanto, el Partido Socialista no podía extender su presencia más allá de
algunas ciudades, generalmente muy pobladas por capas medias de la población,
donde la disputa con el radicalismo no les era favorable.
En mejor situación no se encontraban los partidarios del régimen, los
conservadores no podían unificar sus diferentes vertientes en un gran partido
nacional. Lisandro de la Torre intentó encabezar un remozado partido
conservador armando desde Santa Fe el Partido Demócrata Progresista, pero no
pudo llegar a un acuerdo con los referentes conservadores, en especial con los
de Buenos Aires encabezados por Marcelino Ugarte.
Así, en 1916, se
realizan las primeras elecciones generales para elegir presidente y vice, bajo
la ley que regulando la actividad electoral, permitió realizarlas por primera
vez respetando la voluntad popular. De esa manera, la que siempre había
propiciado la UCR, por la que habían peleado Alem, Yrigoyen y tantos otros,
entre los que se encuentran aquellos que habían caído en los sucesivos
levantamientos radicales contra el fraude, se elegía al primer presidente
democrático en la historia argentina.
El 2 de Abril de 1916 se
realizan las elecciones, la UCR obtiene los delegados por la Capital Federal,
Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, Tucumán y Mendoza sumando aproximadamente
370.000 votos. Los conservadores logran electores en Buenos Aires, La Rioja,
Santiago del Estero y San Juan, en tanto los seguidores de Lisandro de la Torre
se imponen en Corrientes, Salta, Catamarca y San Luis.
El radicalismo obtiene 152 delegados, uno más de lo necesario. Como la
elección del presidente y del vice se realiza indirectamente a través del
Colegio Electoral y la diferencia a favor de la UCR es exigua, los
conservadores apelan a toda su sabiduría en trenzas para cambiar el voto de
algún delegado.
Se dedican especialmente a los de la UCR de Santa Fe (disidentes de la
conducción nacional), a quiénes se le ofrece encabezar una candidatura
alternativa. Ante la presión de allegados a Yrigoyen para que actúe
convenciendo a los disidentes, este contesta, como cuenta Félix Luna en el
libro que dedica a la vida de Yrigoyen, “Que
se pierdan mil gobiernos, antes que vulnerar la conducta de inflexible austeridad
que ha sido la norma orientadora de la trayectoria radical...”
Finalmente, los disidentes santafecinos se encolumnan tras la formula
radical y el 20 de Julio de 1916 se
elige el nuevo presidente. 134 electores se reparten entre Angel Rojas,
Lisandro de la Torre y Juan B. Justo. Hipólito Yrigoyen obtiene
152. El radicalismo era gobierno por primera vez en su historia. La causa se
impuso sobre el régimen.
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